1. Trocearemos a tacos las carne del cordero, reservándola en un recipiente grande al que le añadiremos:
a. Las cebollas peladas, lavadas y finamente cortadas.
b. Los pimientos choriceros limpios de semillas y pezón.
c. El tomate lavado y troceado.
d. La zanahoria pelada y cortada a trozos.
e. El suficiente vino rancio como para cubrir holgadamente todos los ingredientes.
2. Dejaremos que se macere todo por espacio de unas dos horas, en el interior de una nevera.
3. En una cazuela con abundante aceite de oliva al fuego, sin que este supere los 80ºC, pondremos un poco de romero y las patatas peladas para que se confiten a fuego lento. Reservándolas una vez que estén listas.
4. Transcurrido ese tiempo, pondremos una cazuela grande al fuego con un chorro de aceite de oliva, el tocino y los ajos, para
darle unas vueltas, ante de añadirle, primero la carne del cordero y luego las verduras, que rehogaremos a fuego fuerte, añadiéndole el vino rancio que nos haya quedado en el recipiente de la maceración más el agua suficiente, como para cubrir todos los ingredientes.
5. Cuando se produzca el primer hervor fuerte, reduciremos el fuego al mínimo, y aprovecharemos para separar la carne del resto de los ingredientes, que pasaremos por una batidora o thermomix, si queremos hacer con ellos una salsita fina tendremos que pasarlos luego por un colador chino, cosa que les aconsejo.
6. Colocaremos esa salsita con la carne que habíamos reservado de nuevo a fuego vivo, para añadirle una cuchara sopera de miel y cuando se produzca el primer hervor, reducir de nuevo el fuego y dejar que cueza hasta que la carne esté lista, así como aprovecharemos para rectificar de sal, si fuese necesario.
7. Serviremos este plato de carne en un plato llano, acompañándolo con las patatas que habíamos confitado antes.

En mi casa, mi madre solía añadir las patatitas peladas al final de la cocción de la carne, para que se cociesen con ella y tomasen el sabor de la salsa también, cosa que 'bordaba'.