Los griegos pensaban de la cebolla que era un potente afrodisİaco, y los romanos posteriormente hicieron de ella un gran uso en sus cocinas. En el libro 'De re coquinaria', del famoso Apicius se recomendaba comerlas cocidas con pi±ones de pino.
El manual er¾tico 'El jardİn perfumado', de Sheik al Nefzawi, en el siglo XVI ya nos advertİa de que no se abusase de la cebolla, ya que en caso contrario nos podrİamos encontrar ante unas situaciones embarazosas por los efectos duraderos de esta hortaliza.
Mientras que la mßs cercana cocina francesa ha conseguido sacarle gran partido a esta hortaliza, como en la sopa gratinada, conocida como 'Soupe a l'oignon', que podemos encontrarnos en las cartas de los restaurantes mßs conocidos de ese tipo de cocina.
Pero nuestra cocina tradicional esta llena de platos en los que esta hortaliza junto con el ajo y el laurel han conseguido saciar muchos hambres y miserias, como la cantada por el poeta oriolano, Miguel Hernßndez, en su 'Nana a la cebolla', escrita en contestaci¾n a la carta recibida en la cßrcel de Alicante, en la que su esposa le decİa al poeta que su hijo s¾lo comİa pan y cebolla, y que a continuaci¾n cito un trozo de la misma:
'La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus dİas
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi ni±o estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de az·car
cebolla y hambre....'
De ahİ que, la cebolla se debe de merecer todos nuestros mayores respetos en la cocina, y ahora que han pasado las Navidades, que sea un excelente diurÚtico a tener muy en cuenta.
Paco Garcİa.
Administrador.
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