1.Una vez desgajados los ajos de sus cabezas, eliminaremos el excedente de pieles secas, antes de echarlos en una olla y cubrirlos con agua fría y una pizca de sal.
2.Producida el primer gran hervor de los ajos, procedemos a pasarlos por un colador con abundante agua fría.
3.Volveremos a echar los ajos de nuevo en la olla con agua fría y una pizca de sal, y tras producirse un nuevo gran hervor los apartaremos del fuego, para pasarlo por un colador con abundante agua fría, y secarlos bien a continuación.
4.Una vez que estén bien secos, los echaremos en una olla con aceite para que cuezan a fuego lento, por espacio de una hora, sin que hiervan nunca, para ello tendrá siempre una temperatura que oscilará entre los 85 y 90º C.
5.Transcurrido ese tiempo de cocción los dejaremos enfriar en esa misma olla donde se han cocido, para que una vez que este todo el conjunto completamente frío, pasarlos al tarro que tendremos preparado, cubriéndolos con el mismo aceite de su cocción.
6.Podremos conservar fácilmente este tarro en la parte baja de nuestra nevera, por un periodo que no superará los tres meses, siempre que el tarro este herméticamente cerrado y los ajos cubiertos con su aceite, dado que en caso contrario se podría producir su oxidación y consiguiente deterioro, que impediría su uso.
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