1. Pelaremos las manzanas, les quitaremos su corazón y las cortaremos en rodajas del grosor de una moneda.
2. Pondremos a macerar los trozos de las manzanas con el anís y la taza de azúcar, dentro de un recipiente cerrado que colocaremos en el refrigerador por espacio de unos 90 minutos.
3. Transcurrido ese tiempo pasaremos todos los productos macerados por las aspas de una batidora hasta conseguir una masa uniforme.
4. Depositaremos esa masa en un recipiente de mayor tamaño, como podría ser una olla metálica, para añadirle la harina, los 100 grs. Azúcar, el sobre de levadura, la pizca de sal y los huevos.
5. Deberemos de conseguir una masa uniforme y sin grumos, removiéndola con la ayuda de una batidora o de una cuchara de madera, y sometiéndola a la acción del calor que puede darnos el fuego nuestra cocina.
6. Conseguida esa masa uniforme y sin grumos, la dejaremos reposar, cubierta por un trapo fino y limpio de cocina, por espacio de unas tres horas.
7. Transcurridas esas tres horas, nos dispondremos para calentar en una sartén honda o en un perol metálico el aceite de girasol en el que iremos sumergiendo uno tras otro los buñuelos que salgan de una manga pastelera o de una buñolera, cuando no de entre nuestros dedos que con habilidad suficiente pueden conseguir un resultado similar.
8. Con la ayuda de una espumadera deberemos conseguir que los buñuelos queden perfectamente doraditos, antes de retirarlos del aceite caliente y colocarlos sobre un papel que absorva su aceite sobrante.
9. Cuando nos dispongamos a servirlos deberemos espolvorearlos con azúcar glass y una pizca de canela.

Esta receta podría mejorarse si añadiesemos un par de tazones de cerveza, que harían que estos buñuelos fuesen más esponjosos.

E incluso, hay quien le gusta untar estos buñuelos con natillas.