1. Golpearemos una tras otra las olivas verdes, con la ayuda de un martillo pequeño sobre una superficie dura, cubierta por un saco de esparto, cuidando de no partir el hueso con el golpe que les propinemos.
2. Reservaremos las olivas partidas en un recipiente que llenaremos de agua, donde quedarán por espacio de unos cuatro días, para que vayan perdiendo su amargura. Eso sí, para ello cambiaremos esa agua cada 12 horas.
3. Transcurridos esos cuatro días, las escurriremos bien y las dispondremos sobre un recipiente de cristal o esmaltado grande.
4. Mientras que en otro recipiente de cristal o esmaltado añadiremos abundante agua y sal, poco a poco, que removeremos con un cucharón de madera. Añadiremos a este recipiente con el agua y la sal un huevo fresco entero, y cuando esté comience a flotar, pudiendo verse su parte superior, será el momento de no agregar más sal y retirar el huevo; ya que tendremos lista nuestra salmuera.
5. Agregaremos esta salmuera a las olivas chafadas que teníamos en el otro recipiente, al que añadiremos el hinojo, el tomillo, las hojas de limonero lavadas y los limones partidos a trozos grandes.
6. Colocaremos una tapadera u otro sistema sobre este recipiente para evitar que las olivas floten, para dejarlas reposar por espacio de unos 10 días.
7. Transcurridos esos días, ya podremos consumir las olivas, eso sí las deberemos de sacar con un cucharón o cazo de madera, nunca metálico.