1. Separamos las yemas de las claras de todos los huevos, reservándolas por separado.
2. Dispondremos las placas de horno limpias y luego untadas en aceite, una encima de la otra.
3. Comenzaremos por batir con la ayuda de unas varillas en un bol o ensaladera las claras de los huevos, hasta conseguir su punto de nieve.
4. Añadiremos a continuación las yemas y luego el aceite más las gaseosas, para seguir batiendo.
5. Incorporaremos toda la harina que vaya admitiendo, teniendo en cuenta que la masa debe de quedar blanda o maleable.
6. Untaremos las manos con aceite para hacer los rollitos y dejarlos reposar tranquilamente sobre las placas de horno, por espacio de una media hora.
7. Pondremos el horno a calentar a unos 200º. C.
8. Daremos unas pinceladas con aceite a los rollitos, antes de espolvorearlos con azúcar, y meterlos en el horno. Reduciendo entonces la temperatura a unos 150º C.
9. Mantendremos estos rollitos dentro del horno hasta que estén dorados, cuidando de que no se quemen.
10. Cuando los saquemos del horno y una vez casi fríos, podremos guardarlos en una de esas ollas de porcelana, en las que nuestras madres y abuelas guardaban tantas cosas.